Escribe: José Luis Ruiz Meza
Por circunstancias del destino, por cuestiones de trabajo nuevamente visite la ciudad de Yauyos. La verdad que siempre ha sido un placer el poder desplazarme hacia unos de los rincones más impresionantes y pintorescos de la serranía de Lima. Regresar a esta hermana provincia es volver a disfrutar de sus hermosos paisajes de la tierra de los Ayllus, tierra de de la cordialidad… cálida y con una gente sumamente acogedora… en donde se muestra inagotable y espectacular el despliegue del siempre incansable río que día a día se desplaza innecesariamente a lo largo de sus innumerables e infinitos cerros formando paisajes paradisíacos. Muchos de ellos en la cual se han venido edificando uno a uno sus distritos en una naturaleza viva encumbrada por sus viviendas y construcciones pintorescas, hechos de piedra paliar en el tiempo y las lluvias propias de la zona, todo ello construido por las manos obreras y tesoneras de los pobladores yauyinos, los mismos que dan ese toque mágico de ciudad apacible y acogedora.
Confieso que aquí pasaría el resto de mis días, en una ciudad en donde simplemente se respira el aire limpio y con olor a las flores silvestres de campo.
Aquí se puede apreciar el trabajo tesonero, la labor diaria y ancestral que realizan los campesinos, el mismo que día a día vencen, paso a paso a la naturaleza para convertirla en un paisaje de inagotables sembríos en donde los campos verdosos y amarillos se encuentran plantados flores de silvestres y retamas con rosas silvestres.
Por un lado, rojas por otro blancas, en donde se cultivan todo el año el pan llevar en pequeña escala e infinitos alfalfares distribuidos a lo largo del camino, en donde se alimentan sus animales vacunos y porcinos quienes yacen en porciones pequeñas de tierra en donde las chacras se encuentran construidas y limitadas por las pirkas de piedras en sus alrededores.
En ella se puede apreciar al campesino trabajando surco a surco la tierra de sus ancestros con la Chaquitaclla, herramienta de trabajo heredado de nuestro pasado incanato, con ella y a veces con bueyes y caballos.
Así construyen día a día su paisaje único y genuino al ingreso del pueblo y que a lo lejos se puede divisar arboledas impresionantes de eucaliptos, molles inigualables a su alrededor, cuyos sembríos y el trabajo del campesino sirven para alimentar a sus hombres y mujeres con los productos que prodigiosamente cultivan con amor y esperanza de un mañana mejor.
Cada vez que retorno a mi tierra San Vicente de Cañete, añoro algún día volverte a ver Yauyos querido para abrazar a su gente amiga, para rendirle homenaje al señorío de la mujer yauyina, que día pasea su garbo y simpatía para volver a disfrutar de tu lindo e inigualable paisaje a disfrutar de tu historia milenaria y poder cantar al unísono con tu gente.
Tus canciones folklóricos acompañados con su arpa y sus bailes típicos, de sus insuperables potajes, de sus dulces a base de calabaza, único en el país y de fiestas costumbristas inigualables en el Perú.
Por eso y mil razones hoy no me despido, solamente te digo que es un hasta luego, es un regreso pronto. Por eso simplemente te digo en esta gélida mañana, con frente al cerro Shaschaco que yace imponente, verde y florido… Te extrañaré por siempre mi Yauyos querido. ¡Feliz Navidad y un venturoso año nuevo 2009!.
Por circunstancias del destino, por cuestiones de trabajo nuevamente visite la ciudad de Yauyos. La verdad que siempre ha sido un placer el poder desplazarme hacia unos de los rincones más impresionantes y pintorescos de la serranía de Lima. Regresar a esta hermana provincia es volver a disfrutar de sus hermosos paisajes de la tierra de los Ayllus, tierra de de la cordialidad… cálida y con una gente sumamente acogedora… en donde se muestra inagotable y espectacular el despliegue del siempre incansable río que día a día se desplaza innecesariamente a lo largo de sus innumerables e infinitos cerros formando paisajes paradisíacos. Muchos de ellos en la cual se han venido edificando uno a uno sus distritos en una naturaleza viva encumbrada por sus viviendas y construcciones pintorescas, hechos de piedra paliar en el tiempo y las lluvias propias de la zona, todo ello construido por las manos obreras y tesoneras de los pobladores yauyinos, los mismos que dan ese toque mágico de ciudad apacible y acogedora.
Confieso que aquí pasaría el resto de mis días, en una ciudad en donde simplemente se respira el aire limpio y con olor a las flores silvestres de campo.
Aquí se puede apreciar el trabajo tesonero, la labor diaria y ancestral que realizan los campesinos, el mismo que día a día vencen, paso a paso a la naturaleza para convertirla en un paisaje de inagotables sembríos en donde los campos verdosos y amarillos se encuentran plantados flores de silvestres y retamas con rosas silvestres.
Por un lado, rojas por otro blancas, en donde se cultivan todo el año el pan llevar en pequeña escala e infinitos alfalfares distribuidos a lo largo del camino, en donde se alimentan sus animales vacunos y porcinos quienes yacen en porciones pequeñas de tierra en donde las chacras se encuentran construidas y limitadas por las pirkas de piedras en sus alrededores.
En ella se puede apreciar al campesino trabajando surco a surco la tierra de sus ancestros con la Chaquitaclla, herramienta de trabajo heredado de nuestro pasado incanato, con ella y a veces con bueyes y caballos.
Así construyen día a día su paisaje único y genuino al ingreso del pueblo y que a lo lejos se puede divisar arboledas impresionantes de eucaliptos, molles inigualables a su alrededor, cuyos sembríos y el trabajo del campesino sirven para alimentar a sus hombres y mujeres con los productos que prodigiosamente cultivan con amor y esperanza de un mañana mejor.
Cada vez que retorno a mi tierra San Vicente de Cañete, añoro algún día volverte a ver Yauyos querido para abrazar a su gente amiga, para rendirle homenaje al señorío de la mujer yauyina, que día pasea su garbo y simpatía para volver a disfrutar de tu lindo e inigualable paisaje a disfrutar de tu historia milenaria y poder cantar al unísono con tu gente.
Tus canciones folklóricos acompañados con su arpa y sus bailes típicos, de sus insuperables potajes, de sus dulces a base de calabaza, único en el país y de fiestas costumbristas inigualables en el Perú.
Por eso y mil razones hoy no me despido, solamente te digo que es un hasta luego, es un regreso pronto. Por eso simplemente te digo en esta gélida mañana, con frente al cerro Shaschaco que yace imponente, verde y florido… Te extrañaré por siempre mi Yauyos querido. ¡Feliz Navidad y un venturoso año nuevo 2009!.